sábado, 14 de febrero de 2009

LA TUMBA DEL ÁNGEL


He terminado de leer recientemente “El rosa Tiepolo”, de Roberto Calasso, un homenaje apasionante a la obra del pintor veneciano Giambattista Tiepolo. Para muchos de sus contemporáneos Tiepolo fue un artista excéntrico, frívolo y mediocre; Roberto Calasso, en cambio, intenta demostrarnos que fue el pintor definitivo del ángel y del daimon:

"El drama, el sufrimiento, la salvación eran elementos remotos para Tiepolo, devoto exclusivo de la epifanía y, por eso mismo, de los ángeles, los cupidos, las ninfas, los sátiros y las sátiras, de todos los seres intermedios y mediadores a los que les es confiada la circulación psíquica entre cielo y tierra. Tiepolo se sentía cómodo en la estela de esas vastas poblaciones, ignoradas casi siempre por la humanidad común. Quizá solamente se sentía cómodo entre ellos”.


Tiepolo vivió entre la tierra y el cielo, en los mundos intermedios, y acabó volviéndose huidizo, como los sátiros, las ninfas y los ángeles que amaba pintar. No sabemos prácticamente nada de su biografía salvo algunos detalles generales. Al seguir sus huellas se tiene la impresión de que Tiepolo sólo fue capaz de vivir en la tierra evanescente que nos muestra en sus cuadros, dejando, en cambio, un rastro mínimo en la tierra. Quien persevera en su misterio acaba sintiéndose como un victoriano en busca de hadas. En “El rosa Tiepolo” Roberto Calasso se propone seguir el rastro de una criatura fabulosa. Apoyándose en la estética, la metafísica, el esoterismo y un conocimiento apasionado de la pintura de la época intentará encontrar a Tiepolo en el corazón de su obra, sus grabados. Y allí descubrirá ruinas devastadas por la luz donde se reúnen polichinelas, sátiros y ancianos orientales. ¿Para qué se reúne ese cortejo y por qué está siempre presente la serpiente en sus encuentros? ¿Quiénes son los ancianos que Tiepolo pintaba entre los personajes de sus cuadros –aunque su presencia no estuviera justificada- y que parecen observar siempre todo lo que sucede? Además de responder a estas preguntas –y de plantear otras mucho más inquietantes- Roberto Calasso rescata a Tiepolo del olvido y demuestra –en una vendetta implacable contra la crítica oficial- su condición de artista visionario.

No adelanto más detalles, ya que estas notas sólo pretenden ser una invitación a la lectura. Apunto sólo un hecho que me ha parecido llamativo. Ya anciano Giambattista Tiepolo aceptó el encargo de pintar los frescos del Palacio Real de Madrid. España, un país donde “la luz era inerte” y devastadora, acabaría convirtiéndose en su tumba. Su cortejo de genios, orientales, serpientes y ángeles se desvaneció, golpeado por el exilio y la caída. Y no es extraño: el gusto severo español, la rigidez de los encargos, la luz cruda y cierta preferencia nacional por la ascesis y el espíritu –aunque sería más justo hablar de una parodia de ascesis, asociada a formas mecánicas de mortificación, y de un espíritu distorsionado, que censura los movimientos y los juegos del alma- hacían incomprensibles sus cuadros. España fue, de nuevo, la tumba del ángel.





El lector español lee con un placer cómplice estas páginas. Se nos está hablando, en el fondo, de las posibilidades de supervivencia del hombre marcado por el ángel en un país que parece hecho de plomo. En el hundimiento de Tiepolo resuena la melancolía de Juan Eduardo Cirlot y el abatimiento de todos los visionarios españoles que han sido devorados por el Dragón del Mundo. Sin el rosa Tiepolo –un tono que Europa ha olvidado y que Calasso recuerda- corremos el riesgo de olvidar el alma (que es también la imaginación visionaria) y con ella una vía privilegiada al espíritu. El rosa Tiepolo es el fondo transparente que permite el encuentro de Chrysagon y Bronwyn, la imaginación incandescente, el anillo invisible que une cuerpo y espíritu. Quien recuerda ese color puede ir más allá de las tierras brillantes.



Llamamos vértigo al miedo que siente todo aquello que pertenece a la tierra cuando se enfrenta a lo uranio, al abismo inmenso de los cielos, a una claridad cegadora. Sin embargo para comprender la agonía de Tiepolo en España habría que hablar de lo contrario del vértigo, inventando quizá una palabra nueva. Porque lo que la cabalgata aérea de Tiepolo temía por encima de todas las cosas era la tierra. En España los genios y los ángeles descubrieron la ley de la gravedad, el espesor mineral de las cosas. Tiepolo no tardó en acompañarles en su caída. Murió en 1770 –estaba a punto de empezar la Era del Lobo- enfrentado a lo que para él debió ser una pesadilla: un país de hierro.

jueves, 5 de febrero de 2009

Pánico

Los locos y los bárbaros acechan. En la red se pueden encontrar todo tipo de artículos diseñados para defender la preciada pantalla de plasma con la que ver Gran Hermano.

Si lo que se desea es imitar el compartimiento de un avestruz, lo ideal es optar por pequeños espacios camuflados en el suelo con capacidad para una persona (asustada).

Para los más activos se ha diseñado la mesilla de noche Safe Beside Table (no se encuentra en Ikea), una mesilla de noche perfecta para repeler ataques nocturnos: su pie es un bate de béisbol y el tablero, un escudo. Otra buena opción es la pistola de rayo paralizante X26.



Si los temores son más bien de tipo apocalíptico es posible encontrar todo tipo de refugios nucleares a buen precio (Alpine Survival se encargan del transporte e instalación de las confortables Terra-X Security Suites©). Para los que necesiten enfrentarse a sus miedos, se ha diseñado el Huggable Atomic Mushroom, un peluche con forma de hongo nuclear.

domingo, 1 de febrero de 2009

EL DIOS DE LA GUERRA

I am the God Thor
I am the War God
Here in my Northland
My fastness and fortress

Reign I forever!

Here amid icebergs
Rule I the nations;
This is my hammer
Giants and sorcerers

Cannot withstand it!

These are my gauntlets
Wherewith I wield it
And hurl it afar off;
This is my girdle;
Whenever I brace it

Strength is redoubled!

The light thou beholdest
Stream through the heavens
In flashes of crimson
Is but my red beard
Blown by the night-wind

Affrighting the nations!

Jove is my brother;
Mine eyes are the lightning;
The wheels of my chariot
Roll in the thunder
The blows of my hammer

Ring in the earthquake!

Force rules the world still
Has ruled it, shall rule it;
Meekness is weakness
Strength is triumphant
Over the whole earth

Still is it Thor's-Day!

I am the God Thor
I am the War God
Here in my Northlands
My fastness and fortress

Reign I forever!
Reign I forever!
Reign I forever!
Forlorn forever...

(BLOOD AXIS)