sábado, 9 de marzo de 2013

Estraperlo


El término estraperlo o straperlo es usado en España para referirse al comercio ilegal de bienes sometidos a algún tipo de impuesto o tasa por el Estado. Por extensión, es una actividad irregular o intriga de algún tipo, y se usa como sinónimo de mercado negro. A quien practica el estraperlo se le llama estraperlista.
(de la Wikipedia) 



El pensamiento más profundo que he tenido en los últimos días ha salido de que me quedaba poca leche para hacerme el Nescafé. He añadido agua. Bueno, no he inventado la pólvora. Todas las grandes empresas de productos lácteos añaden agua a la leche y la llaman leche desnatada. Y mientras bebía a sorbos el brebaje con pinta de agua sucia en el balcón he pensado que lo que hoy nos venden como un plus contra los cuerpos estilo Michelín, en la España de la posguerra directamente se llamaba estraperlo. Si, son estrapelistas. Venden a precio de bueno, líquidos aguados. En la era de lo light, lo que reside es la antigua costumbre de tendero de 13, Rue del Percebe, de engordarlo todo con agua. De vender lo magro, como si fuesen a tirar el tocino. El tocino se lo echarán a las sopas de sobre, supongo, que tienen más colesterol que una macetilla de dos docenas de huevos de avestruz. Estableciendo paralelismos libando el café instantaneo marca Carrefour -no llega ni a Nescafé- he llegado a la conclusión de que el estraperlo que antes se hacía para alimentar a los hambrientos en tiempos de escasez, sacando un provechoso beneficio, es la norma en todo. La máxima del estraperlo de vender gato por liebre, de robar para vender y afanarse en adulterar es lo que nos dan ahora. No me voy a poner en plan Amando de Miguel sacando conclusiones de perogrullo. Háganlo ustedes, que ya son mayorcitos, pero lo que hoy vivimos en los tiempos de lo light y de lo polite, es que se quedan con la esencia, nos la niegan y sólo nos dan cáscara y desperdicio. La amoralidad ruín de lo cotidiano no está tan lejos de las cartillas de racionamiento. Lo racional es racionado. Lo adulterado adulado, la mimbre del cesto ha sido sustituida por la vanagloria del vacío y la oda a lo inconcreto. Estraperlo de ideales, de condumio y de sustancia. Nos quitan la nata, que es lo rico. No es mi escrito un alegato, ni una soflama al estilo (premios) Goya. Yo sólo soy un simple pelagatos que pasaba por aquí. Y es que Expaña (como el maese la llama) es un refrito sin tocino, ligero, que de liviano, ni se puede comer con las manos. Supongo que será una decostrucción a lo Adriá. Pero como avezado soñador, como comedor (eso de consumidor me lo paso por le forré) quiero que la leche tenga su nata, que el cocido sus avíos, y que las mentes pensantes, no tengan sangre de horchata. 
He dicho.